Las instituciones educativas  plantean como objetivo que los alumnos adquieran hábitos y competencias básicas (saber, saber hacer, saber ser) para asentar las bases de lo que será su proyecto vital. 

En nuestra sociedad actual, el ciudadano de la era globalizada sufre tantos cambios que como consecuencia de esa “ruptura” es un sujeto en crisis. Necesita re-construir ese esquema referencial que lo sostenía, un modo de pensar, de sentir, de crear en el entorno, de hacer el mundo, de encontrar nuevas relaciones sociales que lo alberguen y posibiliten reencontrar un proyecto de vida y una razón de vivir. Por este motivo, las organizaciones educativas, que se encuentran en la misma espiral, se enfrentan a las necesidades y cambios contínuos que se producen en la sociedad del conocimiento, precisando la innovación en su práctica educativa.

Para comprender la amplitud y proyección de la innovación tanto en la mejora de la escuela, la formación de su profesorado, el desarrollo integral del alumnado y familias, y el impacto transformador en el entorno próximo y no tan próximo, es necesario analizar las variables clave para dicha transformación, según determinados modelos.

A continuación propongo algunas de las variables más destacables

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