Andreas Schleicher, subdirector de educación de la OCDE y coordinador de PISA realizó su intervención el pasado 15 de julio en el congreso de los diputados en Madrid, para exponer desde los datos recogidos, el sistema educativo español y sus propuestas de mejora, es decir, situar España en el contexto internacional, las reformas y características de aquellos sistemas que están mejorando últimamente.
En primer lugar centra el debate en el análisis sobre la observación de cómo se relaciona la equidad con los resultados escolares, como en Finlandia, muchos sistemas asiáticos y Noruega, que dan buenos resultados. Otros sistemas que no funcionan bien ni en calidad ni en equidad, sistemas que funcionan bien en cuanto a la calidad pero al precio de grandes disparidades sociales, o sistemas que funcionan bien desde el punto de vista de la equidad pero no desde el punto de vista de la calidad, entre los que puede estar España.
Recojo un extracto de su ponencia[1] y las contestaciones a preguntas[2] de algunos grupos parlamentarios, de aquellos aspectos más relevantes de la reforma y de la innovación educativa.
En cuanto a las inversiones realizadas en educación, Schleicher nos recuerda que lo importante no es lo que se invierte sino cómo se invierte. Por ejemplo: España pide a los profesores que trabajen más horas, lo que hace subir los costes. Sin embargo, en este tiempo total de clases, vemos que hay una proporción menor en el tiempo dedicado a estudios de matemáticas y ciencias con respecto de otros países..
Asímismo tenemos relativamente muchas clases en las materias troncales pero luego hay mucha fragmentación en las distintas materias que se imparten, lo que significa que hacen falta muchos profesores para un número relativamente más bajo de alumnos, lo que a su vez aumenta los costes.
Corea o Finlandia por ejemplo, hacen casi lo contrario. ¿Cómo invierten sus recursos? Gastan más en salarios, como ocurre en España, pero tienen, mayor número de alumnos en clase. Y en comparación con el resto de países de la OCDE los sistemas educativos de gran rendimiento tienden a priorizar la calidad de los profesores sobre el número de alumnos por clase. Si tienen que elegir entre un mejor profesor o una clase más pequeña, dan prioridad a un mejor profesor, patrón ligeramente distinto al de las prioridades en España.