El desarrollo profesional docente se ha convertido en un gran negocio. Deborah Netolicky en su libro Transformational Profesional Learning hace un excelente análisis sobre cómo es, y cómo debería ser, la formación continua de un profesor.
Ella plantea que en ocasiones, se ha convertido en tratar visibilizar acciones concretas, antes que en analizar la influencia positiva que estas acciones tienen en el alumnado. Dice una frase curiosa con la que, en algunos casos, podremos estar de acuerdo.
“looking good instead of doing good”.
Netolicky
Muchas veces esto viene porque debemos causar buena impresión a padres, a alumnos, a la organización, a inspectores, a las redes sociales, a la sociedad…antes de poner realmente el foco y marcar la diferencia en el aprendizaje de nuestro alumnado.
Este libro, que os recomiendo, cargado de investigaciones internacionales sobre cómo se aborda el desarrollo profesional docente me ha hecho reflexionar sobre cómo nos esforzamos por hacer entender que el aprendizaje del alumno ha cambiado, y cómo en muchos casos, la formación del formador no se ha parado a pensar que el formador también ha cambiado, y que, por lo tanto, su formación continua también debería ser diferente.
Un buen aprendizaje profesional para mejorar la enseñanza y el aprendizaje de nuestro alumnado debe cuestionarse, por lo menos, lo siguiente
¿Cómo, cuándo y por qué aprende un formador?
¿Qué aprendizaje lleva a los educadores a cambiar su enseñanza, sus creencias y prácticas?
En el estudio realizado por Urbani, Roshandel, Michaels y Truesdell (2017) los profesores indicaron que el aprendizaje profesional más poderoso tuvo lugar a través de experiencias de aprendizaje integradas. Esta fusión permitió desarrollar estas habilidades mientras las aplicaban simultáneamente en sus entornos educativos.
La transformación que les pedimos a los docentes/formadores va mucho más allá de la adquisición de conocimientos y habilidades. Esa transformación tiene un impacto en sus creencias, en su pensamiento, en sus emociones y en su hacer. Implica un profundo aprendizaje de nosotros mismos y del otro, y tiene un profundo impacto en nuestro ser (Shuler, 20017).
Pensando en cómo mejorar los procesos para esa transformación docente, reflexionaba acerca de los grupos operativos. Esta técnica, según lo ha definido su precursor, Enrique J. Pichon-Riviére, «es un conjunto de personas con un objetivo común»,
El grupo operativo tiene propósitos, problemas, recursos y conflictos que deben ser estudiados y atendidos por el grupo mismo, a medida que van apareciendo; su examen se efectuará en relación con la tarea y en función de los objetivos propuestos.
De todo esto, de mi formación psicoanalítica y de mi formación pedagógica, he decidido crear unos grupos de mentorías para docentes. Una modalidad formativa, que mezcla el grupo operativo, las mentorías y el aprendizaje autónomo.
En este modelo se suprime el rol del maestro que dirige. Y claro, puede crear cierta ansiedad, debido al cambio y abandono de una estereotipia de conducta, pero es justo ahí donde da comienzo el proceso creativo y transformador. No es un grupo directamente terapéutico pero todo aprendizaje bien realizado y toda educación es, siempre, implícitamente terapéutica.
Si crees que se adapta a tus necesidades, quieres mejorar como formador, compartir con un grupo de docentes los conflictos, las dudas, las ideas creativas, las posibilidades que se te abren para mejorar son inmensas. En septiembre, lanzaré esta nueva propuesta donde podrás elegir una serie de áreas para profundizar de manera autónoma y unos espacios grupales pequeños para trabajar conmigo y otros formadores. Si quieres que te enviemos información indícanos tu mail.
De momento, limítate a descansar.